50 Grandes Éxitos
Javier Avilés
1962 «Blowin' in the Wind», Bob Dylan
El Caos es la única solución.
Un día me empeñé en que debía empezar una historia con esa frase. Fundamentalmente porque creo que es certera y precisa y porque encierra una verdad en sí misma que todos tratamos de evitar, que rechazamos con una ingenua esperanza.
La frase quizás la pronunciase un Meursault del siglo XXI, alguien hastiado de tanta muerte pero no tan indiferente como el de Camus. Alguien ligado, de una forma narrativa, a los anarquistas nihilistas de principios del XX, pero al mismo tiempo falto de interés en toda acción. Saturado de violencia, incapaz de sentir ni un ápice más de dolor por los otros. Harto igualmente de los asesinos que secundan una causa. No siente ninguna empatía ni por los falsos mártires asesinos, ni por los ideólogos del terrorismo, ni por las víctimas. Sin embargo piensa que el Caos, la destrucción indiscriminada, la muerte violenta repartida de forma fortuita, como en un juego de azar, es en el fondo, la única solución. Pero él, el personaje, es incapaz de pasar a la acción. Le repugna el mismo acto de pensar en convertirse en la mano ejecutora del Caos. Le aburre todo pensamiento que le conduzca a cualquier tipo de actividad. El tipo está muerto en vida. Y lo sabe.
Su deseo de destrucción no es más que una respuesta al absurdo vacío de la existencia de todos nosotros. Como especie somos un desastre. Lo sabemos y lo sabe el personaje. Cómo reaccionamos ante esa evidencia es distinta. Nuestro tipo, consciente de su caducidad, desea ver el mundo envuelto en llamas, destruido y aniquilado antes de su propia destrucción y aniquilación.
De alguna manera, si su indiferencia le permitiese algún tipo de sentimiento, considera justa la extinción de toda la humanidad o del sistema social estratificadamente injusto (pero eso ya implicaría otra serie de sentimientos que él rechaza con obstinación) De alguna manera (todo es de alguna manera en el inconcreto razonamiento de nuestro personaje obnubilado por el desprecio
primordial a toda la humanidad) concibe un atisbo de esperanza (que rechaza), una especie de reinicio en unas condiciones que (de nuevo) no puede concretar y que (extraordinariamente) le provoca carcajadas imaginarias.
Pensar en una sociedad renacida del Caos dominada por el respecto hacia los demás, una sociedad en concordia, paz y armonía, un pensamiento tan ingenuo y pueril, no puede más que hacer que se descojone de risa. Él sabe. No hay esperanza, no hay futuro.
Todas esas canciones entonadas a coro entre las velas y las ofrendas le provocan urticaria en las entrañas. Se arrancaría la piel para alcanzar los órganos que bullen por la comezón. Demos una oportunidad a la paz. ¡Ja! Por favor, piensa, murámonos todos.
Pregunta: Señor Personaje, a través de su visión del mundo, ¿qué puede decirnos sobre, por ejemplo, una canción como Blowin' in the Wind, de Bob Dylan?
Respuesta: Entiendo que la fecha de publicación de la canción no es aleatoria. La canción se publicó el mismo año que yo nací, aunque no la escuché con atención, con, digamos, consciencia, hasta mucho tiempo después. Así que creo entender que quiere usted ligar esta canción a mi nacimiento. Intentaré responder en ese sentido. Al principio todo era sencillo. Nada y luego algo.
Un algo que empieza a morir en la inconsciencia. Demasiadas personas han muerto y muchas más van a morir. Solo es preciso un poco de tiempo. Las respuestas no están flotando en el viento, todos las sabemos. Ni siquiera es fundamental hacer las preguntas concretas y adecuadas. Todo está en nuestro interior y perecerá con nosotros. Nunca me gustó la canción de Dylan he preferido comentar otro tipo de canción de ese año, por ejemplo Green Onions, de Booker T & the M G 's, un instrumental que ilustrase el vacío de una mente recién venida. Pero Dylan, al final, como lugar común.
Para contradecirlo, para denostarlo, para dejar claro mis fobias. How many roads must a man walk down before you call him a man? Un único camino: el que nos conduce a nuestra inevitable (y deseada) desaparición. Las personas no dejarán de llorar y las gaviotas,
cuando al fin alcancen la playa no será para dormir, será para dejarse morir hastiadas, plácidamente o entre estertores violentos.
El sueño eterno después de nuestra vigilia que precede al sueño eterno. Somos fugaces y pretendemos ser trascendentes. Meros mecanismos biológicos con la lacra de la autoconsciencia. Las respuestas, mi amigo, sean cuales sean las preguntas son Nada, Nadie, Nunca. Lo único que tenemos es tiempo, un tiempo limitado y breve, pero nuestro.
¿Sabe una cosa?, dice, mejor vamos a empezar con el instrumental. A la mierda Dylan. De hecho los denominados “cantautores” (¿qué mierda de definición es esa?) son más letristas que músicos.
Son “poetas” y, ya se sabe, debemos expulsarlos. Así que empecemos con Green Onions y dejemos un gran espacio en blanco bajo el título.
(*) El personaje miente.
1963 Ring of Fire, Johnny Cash
Love is a burnin' thing, and it makes a fiery ring bound by wild desire. I fell into a ring of fire.
Ha aquí al Hombre de Negro. Si algo une a la humanidad, piensa nuestro personaje, es la destrucción y la construcción de mitos en torno a ello.
Respuesta: Obviamente. De hecho la obra que fundamenta toda la narrativa occidental trata sobre el asedio a una ciudad y sobre la intervención de supuestas divinidades a favor de uno y otro bando. Resulta curioso como el poema atribuido a Homero (otra mitificación) traslada y contapone la guerra entre aqueos y troyanos con la disputa entre los propios dioses. De alguna manera, La
Iliada es una lista de fallecidos en combate. Y nombrar a los muertos tiene cierta relevancia. Los perpetua. Quizás es el único modo de inmortalidad que nos dado. ¿Quién recordaría a Patroclo de otro modo? En las estelas funerarias romanas nos incitan a nombrar a los muertos, “¡Oh viandante!, entérate de quién fue aquel cuyos restos mortales se guardan en esta tumba. Apiádate de él y ofrécele tu saludo”, porque así, pronunciando su nombre, conociendo las causas de su muerte, se le rinde el tributo de la perdurabilidad. Los héroes, si se puede llamar héroes a unos seres codiciosos y ávidos de sangre y gloria, de la guerra de Troya, han alcanzado la inmortalidad a través de la narración, al igual que el aedo ciego y los dioses que animaron la lucha. Pero no los hechos. Los hechos siguen siendo un misterio o una incógnita o una imprecisión, como una mancha difusa en la Historia, pero ¿a quién le importan los hechos teniendo narrativa?
Pregunta: El Amor, entonces...
Respuesta: El amor es otro mito que sólo funciona narrativamente. Oculta pulsiones fisiológicas y atávicos condicionamientos. El amor es narración. El amor es algo ardiente que forma un anillo de fuego que es atravesado por el deseo salvaje. Mitología. Llevo años intentando recordar el nombre del filósofo que en una entrevista calificaba el sexo como algo deleznable producto de nuestra
animalidad y contrario completamente a todo tipo de pensamiento. De alguna manera toda nuestra sociedad es consciente de eso y por eso el Amor es un mito que intenta ocultar la verdadera raíz sexual (y reproductiva) de nuestra tendencia a emparejarnos... no, quiero decir que asumido el mito buscamos emparejarnos como si nuestros deseos no fuesen básicamente animales. En otro orden
de cosas es significativo que la mitología atribuya a los dioses las mismas necesidades sexuales que dominan el comportamiento humano.
Ahí está Wotan, el promiscuo dios y su interminable retahíla de hijos e hijas que se encuentran y desencuentran a lo largo de las sagas nórdicas, argumenta el personaje mientras trae algunos libros y un montón de papeles llenos de notas. “Brünnhilde, la hija díscola y desobediente de Wotan, es la más conocida, sí, pero quizás no los motivos por los que se reveló contra su padre. Aquí. Wotan
ordenó a la Valquiria... las valquirias, las ocho, también eran hijas de Wotan... que matase a Sigmundo, pero este se resiste a morir cuando descubre que no podrá ir al Valhala junto a su amada Siglinda... a todo esto, Sigmundo y Siglinda son hermanos gemelos y, sí, lo has adivinado, hijos de Wotan. En toda esta historia interviene la voluntad de Fricka, esposa de Wotan que está un poco hasta de sus adulterios, más, teniendo en cuenta, que es diosa del matrimonio. En fin, que ante el valor de Sigmundo, Brunhilda (escribámoslo así para no complicarlo más, B R U N H I L DA) que no puede hacer nada por salvarlo, rescata a Siglinda y al hijo de ambos, Sigfrido... si lo piensas un poco Sigfrido es sobrino de Brunhilda... a lo que vamos... Wotan condena a Brunhilda a yacer dormida en un cruce de caminos para que cualquier caminante pueda abusar de ella... ... ...
... esta pausa dramática que he hecho era para que calibrásemos la magnitud del castigo... ya llegamos... finalmente Wotan se apiada de su hija y... Tachán... la rodea de un anillo de fuego impenetrable... y ¿quién finalmente atraviesa el anillo de fuego?, ¿quién por primera vez en su vida contempla a una mujer y siente TEMOR? Sigfrido, claro... la historia de Sigfrido la dejaremos para otra ocasión pero fíjese en el argumento: Cuando atraviesa el anillo de fuego lo que Sigfrido siente es por primera vez es miedo... y eso es el amor”
I fell into a burnin' ring of fire. I went down, down, down, and the flames went higher, and it burns, burn, burns, the ring of fire, the ring of fire.